Cambio de coordenadas
Por: Pablo Hiriart
MÉXICO, 11 de noviembre del 2016.- A la luz de los hechos, lo que hizo Luis Videgaray al impulsar la invitación de Donald Trump a México en agosto no fue producto del malinchismo, sino un acto de lucidez política que muchos no supimos entender.
O combinado: en el gobierno no lo pudieron explicar debido a lo enrarecido del ambiente por las declaraciones hostiles y hasta groseras de Donald Trump hacia nuestro país.
Videgaray tuvo razón. Había que tender puentes y hacer menos ríspida la relación con quien podía ser Presidente de Estados Unidos.
Hoy, en este nuevo contexto, Videgaray tiene todos los merecimientos para regresar al primer nivel del gobierno federal.
Lo vamos a necesitar a la hora de las negociaciones con Trump y su equipo. Porque hay que negociar. ¿O no? Con firmeza y dignidad, pero negociar.
Sus modos no son ortodoxos ni amables, mucho menos para un político mexiquense como es él, pero su talento ha quedado demostrado.
Es una falacia decir que Trump ganó la presidencia de EU gracias a esa visita que realizó a Los Pinos el 31 de agosto. Es darle al Presidente Peña una fuerza que no tiene en la política del país vecino.
O es tan erróneo como decir que Hillary Clinton perdió por no aceptar la invitación a reunirse con Peña Nieto.
La noche siguiente a la visita de Trump, cuando en México ya se había desatado la tempestad política, Videgaray fue al programa de Joaquín López-Dóriga en Televisa donde dijo que si bien las declaraciones de Trump han agraviado a todos los mexicanos, el Presidente “tenía tres opciones: quedarse de brazos cruzados; otra era hacer declaraciones incendiarias, confrontarlo e incluso intercambiar insultos, y el Presidente optó por un diálogo inteligente, firme, siempre basado en el respeto y en la defensa del interés nacional”.
Sí, Videgaray estaba en lo correcto. Dijo esa noche: “el señor (Trump) puede ser Presidente y lo importante es cómo nos preparamos”.
La ortodoxia mandaba no invitar a ninguno de los dos candidatos, hasta que hubiera Presidente electo. Pero ahí estuvo la lucidez de Videgaray: dar el paso fuera del librito y acercar al enemigo para que nos conozca mejor.
Cuando se conoció la renuncia de Videgaray, Trump reaccionó en tuiter: “México ha perdido un brillante ministro de Finanzas, que sé que es muy respetado por el Presidente Peña”.
Y soltó otro: “Con Luis (Videgaray) México y Estados Unidos hubieran hecho negocios maravillosos juntos, donde México y Estados Unidos se habrían beneficiado”.
A partir de ahora se va a necesitar mucha firmeza en las negociaciones con Estados Unidos, y también mucho talento.
Vamos a necesitar a Videgaray para que, de la mano con la secretaria de Relaciones Exteriores, encabecen el proceso de negociación más arduo que hayamos tenido en muchos años con Estados Unidos.
Por el interés nacional, a pesar de sus modos ásperos y contra las palabras que muchos dijimos, el país no puede darse el lujo de desperdiciar a un cuadro como Videgaray.