Refuerzan operativos de seguridad en Guerrero para las peregrinaciones
MÉXICO, 21 de octubre del 2016.- Un muerto ha vuelto a la vida. El jefe de la Policía Municipal de Iguala, Felipe Flores Velázquez, ha sido detenido tras dos años de fuga. Considerado el lugarteniente del alcalde, José Luis Abarca, y también el brazo ejecutor del cártel de Guerreros Unidos en la ciudad, su captura supone un salto de gigante en la investigación. Flores, al que muchos policías daban por muerto, tiene las claves de lo que ocurrió aquella trágica noche del 26 al 27 de septiembre de 2014. No sólo dio la orden de arrestar a los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa sino que fue el encargado de entregarlos, según las reconstrucción oficial, a los sicarios acusados de su eliminación. Su testimonio puede arrojar luz sobre estos controvertidos hechos. O también sombras. Pero en cualquier caso anuncia una sacudida de proporciones aún desconocidas, informó El País.
Los datos sobre la captura aún no han sido hechos públicos. Solo un mínimo comunicado de la Comisión Nacional de Seguridad da cuenta de su caída en una operación conjunta de los militares, la procuraduría y los servicios de inteligencia. Fuentes oficiales señalaron que el arresto se efectuó en Oaxaca, donde llevaría escondido todo este tiempo.
La noche de Iguala aún no ha encontrado su amanecer. Tras dos años de investigación, 130 detenidos, 422 resoluciones judiciales y 850 declaraciones, la versión oficial no ha logrado su principal objetivo: convencer a la ciudadanía. Las dudas sobre aspectos clave como la hoguera donde supuestamente ardieron los normalistas y la inacción del ejército, han prendido un fuego mayor: la desconfianza. Golpeados por ella, han ido cayendo los sucesivos puntales de la investigación. Primero el procurador general, Jesús Murillo Karam, después el jefe de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón. Ni siquiera la intervención de un grupo de expertos independientes ha logrado restablecer el equilibrio. Por el contrario, sus diferencias con la procuraduría desembocaron en un sonoro portazo y nuevas dudas.
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