Líneas Quadratín
Al fin un secretario de Educación no se doblega al chantaje y logra que los estudiantes paristas del Politécnico regresen a clases sin ver cumplidos sus caprichos.
La firmeza mostrada por Nuño debería ser ejemplo en otras áreas que se doblegan ante la presión de grupos que consiguen lo que quieren con base en bravuconadas.
No existía una sola causa razonable en el movimiento huelguístico de las vocacionales del IPN, y por tanto no había motivo alguno para que las autoridades se arrodillaran ante el amago de un movimiento estudiantil.
Ayer los estudiantes del IPN entregaron la mayoría de las aulas y hoy deben regresar a clases para evitar la pérdida del semestre.
¿No que muy novato Aurelio Nuño? ¿No que sin experiencia?
Que no se haya reunido con los paristas no implicó cerrazón del titular de la SEP, pues cuando solicitaron una audiencia, por escrito, Nuño les respondió afirmativamente con la misma formalidad con que pidieron la reunión.
Y no fue una cita como las del Seguro Social, para dentro de seis meses. En 48 horas estarían sentados los paristas y las autoridades de la SEP, encabezada por su titular, para oír quejas y comentar los puntos.
Cuando los líderes del movimiento mostraron su verdadero rostro, en que sólo querían parar clases por intereses ajenos a la vida estudiantil, rechazaron la cita que se les daba y emplazaron al secretario a una asamblea en la “plaza roja” de Zacatenco, entonces la actitud cambió.
Era evidente el juego político de los líderes, y la secretaría de Educación Pública les dijo que no. Que no estaba para caprichos sino para tratar seriamente los problemas en caso de que los hubiera.
Nuño les advirtió que no iría a esa jugarreta asambleísta y que si no regresaban ya a clases perderían el semestre.
Hoy están de regreso en las aulas, con algunos ajustes en el calendario escolar para recuperar terreno perdido.
Qué bueno que así haya sido el desenlace. De otra manera aún estaríamos esperando que al secretario le definieran otra fecha para ir a Zacatenco, siempre y cuando los huelguistas tuvieran a bien recibirlo.
O lo habrían hecho esperar para tener un pliego petitorio con nuevas ocurrencias, y así sucesivamente.
Se les dijo que no. Y que además perderían el semestre. Triunfó la racionalidad sobre el capricho de unos cuantos, movidos por intereses políticos que nada tienen que ver con la educación.
Nuño desactivó un conflicto con firmeza, y estuvo abierto a hablar seriamente si los paristas así lo requerían.
Tal vez nos evitaríamos muchos conflictos en distintos órdenes si se aprende a decir no.
No a las jugarretas, no a las tomaduras de pelo de movimientos que encienden crisis para lucrar de la debilidad de algunas autoridades.
Bien por Nuño, bien por los estudiantes del Politécnico que entendieron el mensaje.