Trump tiene su modo
Mujeres y hombres no somos mejores ni peores por el género. Solamente somos irremediable e incontrovertiblemente diferentes. La resolución de la Sala Electoral con sede en Monterrey al ordenar a los partidos políticos –en el Estado de Querétaro- que de los candidatos a presidir los dieciocho Ayuntamientos, la mitad sean mujeres, se tradujo en devastador temblor que derrumbó proyectos y sueños en lo político, causando, además, graves grietas en lo jurídico que deberán ser restauradas con reglamentación posterior.
Sin embargo, aquí y ahora, el escenario se adivina incierto y, lamentablemente, las soluciones habrán de aventurarse por los caminos nada convenientes de la simulación: a las referidas candidaturas llegarán seguramente esposas, hermanas, o amistades femeninas cercanas a los equipos de los varones removidos, además de colocarlos a todos ellos en las fórmulas plurinominales de regidurías en primera posición. La intención, por supuesto, es no privarlos realmente del ejercicio del poder municipal respecto del cual, con méritos o sin ellos, se habían colocado buscando el voto en la jornada de Julio.
Sean de hombres o mujeres, habrá candidaturas buenas y malas, eficaces e ineficaces al conducir la política en los diferentes cabildos en los que obtengan el triunfo: no es el género por sentencia la garantía para que una democracia le entregue a la población administraciones que conlleven el Bien Común. Creo que la Sala Regional dictaminadora se excedió en el milagro bíblico y va a dejar a Adán… sin costillas.