Aceptan una sola modificación a la Ley de Ingresos en San Lázaro
CDMX, en movimiento…
A partir de ayer entró en vigor la Ley de Movilidad del DF… pero llega
con cuarenta años de retraso.
Miguel Ángel Mancera rema contra corriente.
Será esfuerzo titánico derrocar el reinado del automóvil impuesto desde los tiempos del regente Carlos Hank González, y prolongado por las administraciones “progresistas” de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.
El trazado de ejes viales, el ensanchamiento de calles y avenidas y la construcción de segundos pisos, puentes y pasos deprimidos, demuestran cuatro décadas en las cuales los gobiernos de la Ciudad de México han sido súbditos de la monarquía impuesta por los vehículos particulares.
El problema que le dejaron a Mancera, se agiganta. La obra pública está rebasada. El número de vehículos aumenta sin remedio y ya no hay manera de abrir más calles, ni dinero para terceros pisos. Casi 5 millones de vehículos circulando en toda el área metropolitana ya no caben. Es el caos.
Por eso urgía la nueva Ley de Movilidad, promulgada por el GDF, que apuesta a derrocar usos y costumbres pervertidos, sin negar el tamaño de la realidad agobiante. El borrador de la iniciativa es obra de la diputada panista Laura Ballesteros; la Asamblea del DF trabajó en ella 15 meses, desde abril del año pasado.
La norma, que deberá ser reglamentada en 180 días, coloca al peatón como prioridad, y a las bicicletas en su lugar. En ese sentido. el Jefe del GDF promete maravillas: más ciclovías, anchas banquetas, dos nuevas líneas de Metrobús, cinco corredores de transporte, y la ampliación de la Línea 4 del Metro.
Pero quizá la apuesta más riesgosa es la promesa de sustituir 17 mil microbuses, algunos con 30 años de antigüedad, para acotar a ese medio de transporte público que ha prevalecido ante la incapacidad de las autoridades para desarrollar uno eficiente, digno y más seguro.
Mancera se enfrasca en un audaz proceso modernizador, al cual convoca al gobierno federal “en un compromiso compartido; en una tarea de todos”.
La renovación total de la flota microbusera tardará cuatro años, por lo menos. Transformar un sistema de transporte concesionado que realiza 12 millones de viajes por día, no es enchílame otra.
La solución será el esquema del “hombre camión”, por el cual los microbuseros deberán constituirse en micro empresarios para lograr transporte público de calidad macro. También se compromete a renovar 2 mil camiones de basura, que son basura, así como la Red de Transporte Público, RTP. Bueno, hasta cambiar color a los taxis…
Al mismo tiempo se anuncia que a partir de hoy (miércoles), el transporte de carga y distribución de mercancías deberá realizarse entre las 8 de la noche y las 8 de la mañana, con mayores garantías de seguridad. Esos vehículos tendrán prohibido circular por vías primarias, y los foráneos no podrán hacerlo entre 7:00 a 9:00 horas, de lunes a viernes.
Para logar todo esto, Mancera comienza por barrer la casa. La Secretaría de Transporte y Vialidad, con su carga de corrupción y burocracia, deja de existir. En su lugar aparece la posmoderna Secretaría de Movilidad con una nueva operación, sistemas eficaces procedimientos transparentes y un nuevo centro de gestión.
Tendrá a su cargo el nuevo esquema de transporte público y aplicar sanciones al transporte ilegal de carga y pasajeros a los taxis piratas y castigar incumplimientos con penas de uno a cuatro años de cárcel.
En 180 días, la Ley de Movilidad del DF deberá quedar reglamentada, y nada se opondrá a la renovación planteada por Mancera… nada, salvo la gran sombra de corrupción reconocida por el propio Jefe de Gobierno. Las nuevas normas, restricciones y sanciones advertidas, son manjar para “tiburones”. La limpieza del sistema podrido arraigado en SETRAVI, y en las demás instancias responsables del control vehicular, no ocurrirá por decreto, ni por arte de magia, y menos con el cambio de siglas.
La clave de la nueva Ley de Movilidad para el DF no está precisamente en privilegiar al peatón y la bicicleta, sino, además, en el combate a lo indebido. Si esto no se logra, la Ley de Movilidad terminará inmóvil.
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