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SAN JUAN DEL RÍO, Qro., 31 de diciembre de 2013.- Como una buena atención califican las personas que a diario llegan al albergue, las que les prestan las autoridades municipales, principalmente de Protección Civil, pero solamente refieren que en ocasiones se les da al menos un café, pero no alimentos, además una cobija y el espacio para pasar la noche.
Mencionan que para ellos, una cobija y un lugar donde pasar la noche para protegerse del intenso frío que se ha dejado sentir en los últimos días, es más que suficiente.
Uno de los ciudadanos que llega a este lugar, es Don Martín Santos, originario del estado de Oaxaca, manifestó que llegó a San Juan del Río en el año 2000, sin embargo, se iba a la ciudad de Querétaro para trabajar en la albañilería, pero desafortunadamente hace unos meses fue atropellado sobre la antigua Panamericana, resultando seriamente lesionado, por lo que actualmente camina con muletas.
Dice que tras el accidente, para él fue imposible seguir trabajando, por lo que vive “extendiendo la mano”, de la caridad pública, pero además tiene la habilidad de hacer flores con las latas de aluminio, las cuales llega a vender.
Señala que tras los problemas que tuvo con su esposa, se vio obligado a dejar a la familia, y fue así como se aventuró a irse a los Estados Unidos, pero en el año de 1991, cuando se hizo la ley contra el migrante, ya fue muy difícil encontrar trabajo, y estando en Osuna, Texas, pensaba irse a California, pero fue entonces cuando lo agarró la “migra” y desde entonces llegó a la ciudad de Querétaro.
A sus 58 años de edad, sus lesiones y el no haber trabajado de su especialidad, a Don Martín se le ha hecho muy difícil conseguir una fuente de ingresos, por lo que dijo con la pena, pero tiene que pedirle al prójimo para poder subsistir.
“Ahorita en las circunstancias en las que me encuentro, me va a hacer imposible encontrar trabajo, pues ya mire como me encuentro, con unos clavos en la pierna, es imposible si uno trata de subir un bulto de cemento por unas escaleras, ya no es posible, ya no”, dijo don Martín con el pesar de las amargas experiencias que le ha tocado vivir, alejado de sus seres queridos, y como el mismo dijo, está solo en esta ciudad.
Nuestro personaje, a pesar de las circunstancias en las que se encuentra, dice que tras su accidente, a la persona que lo atropelló de momento lo detuvieron, pago los gastos del hospital y algunos gastos más que se tuvo, pero dice que no quiere más de esta persona, a pesar de que necesita dinero, pues dice que para ser perdonado tiene que perdonar.
Pero desafortunadamente, ahora Don Martín requiere de al menos 500 pesos para el 9 de enero para cubrir el costo de estudios y medicamentos, con la finalidad de tratar las lesiones que tiene.
Pese a toda esta experiencia, de separarse de la familia, viajar a la unión americana en busca de empleo, ser deportado, llegar a Querétaro, llegar a San Juan del Río, donde fue atropellado y convalece actualmente, y para poder caminar requiere de muletas, sobrevivir de la caridad, de la vente de sus flores de latas de aluminio, que viene siendo una artesanía; Martín Santos tiene el impulso y el espíritu de seguir viviendo, no tanto la familia y los suyos, sino más bien por su persona y por tratar de aprovechar lo que le ofrece este mundo y pese a su discapacidad temporal, sigue luchando por mantenerse de pie.