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MÉXICO, DF., 29 de septiembre de 2013.- Este día, el periódico Excélsior presenta en su sección ‘Retrato hablado” un artículo sobre el político queretano Ricardo Anaya Cortés, quien actualmente tiene el cargo de Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados a nivel federal.
En el texto se hace referencia a la vida política del personaje, sus inicios en al política y su papel al frente de la cámara, así como sus aspiraciones a la gubernatura del estado de Querétaro.
Aquí el texto que se publica este día:
Antes de iniciar la sesión en San Lázaro, el diputado presidente ingresa a la máxima tribuna por trasbanderas del salón de plenos y baja a las curules a saludar a una veintena de sus compañeros.
Con apretón de mano o beso de por medio, Ricardo Anaya Cortés desahoga algún pendiente, confirma la agenda del día con quienes habrán de pedir la palabra para comentar la coyuntura nacional y entra en contacto con la asamblea más grande, diversa y plural del país.
Nunca están los 500. Y menos en el arranque de la jornada. Nunca, tampoco, se encuentran quietos o sentados en su lugar. El silencio sólo existe en señal de duelo y por un minuto. Y de la atención ni hablamos. A menos que haya bronca, todos miran y escuchan lo mismo. De lo contrario, cada quien anda en lo suyo.
Frente a ese pleno de hombres y mujeres de poder y con poder, la tarea del presidente de la Mesa Directiva es escuchar, atender y moderar a sus pares, bajo las reglas del quehacer parlamentario.
Hace un mes, el 31 de agosto, Anaya Cortés, con 34 años de edad, asumió el encargo en medio de una duda: ¿podrá un político tan joven conducir los debates de tanto viejo lobo de mar, en una Legislatura destinada a la aprobación de las postergadas reformas hacendaria, energética y política?
Ofrece prudencia y sensibilidad
Una vez que tomó protesta, la pregunta saltó en su primer encuentro con la prensa. “México es un país de jóvenes y yo asumo con enorme orgullo esta gran responsabilidad que me ha sido encomendada. Actuaré con prudencia, sensibilidad y tolerancia y con absoluta determinación. Y no tengo duda de que los integrantes de la Mesa Directiva estaremos a la altura de las circunstancias”.
La tensión rondaba el recinto. Al día siguiente se entregaría el Informe de Gobierno y arrancaría el periodo ordinario de sesiones. Para entonces, entrar sólo era posible pasando varios filtros y con identificación de la Cámara. En el Zócalo y las vialidades del Centro de la Ciudad, seguían las movilizaciones magisteriales.
Y en el ambiente aún rondaba el temor de que, de nueva cuenta, como el día 21 de agosto, el bloqueo de los accesos por parte de los profesores obligara a los diputados a establecer una sede alterna.
El flamante diputado presidente hizo entonces un compromiso: “Asumo cabalmente mi responsabilidad de garantizar la integridad física de las y los legisladores y la inviolabilidad del recinto legislativo”.
En esa conferencia adelantó que la postergada Ley del Servicio Profesional Docente debía discutirse como primer asunto, tal y como lo planteaba el reglamento con los casos programados pero no abordados en el periodo extraordinario.
Pocos creyeron, sin embargo, que aquella declaración se cumpliría tal cual en las primeras horas del día uno de sesiones, dejando evidencia del temple y del carácter que había ofrecido mostrar, cuando de tomar decisiones se tratara.
Un panista atípico
A un mes de su nombramiento, la dirigencia del PAN celebra su apuesta. Y es que como se acordó desde el inicio de la LXII legislatura, el PRI tendría la presidencia el primer año, el segundo estaría en manos de un panista y el tercero tocará al PRD.
Impulsado por el coordinador de la bancada, Luis Alberto Villarreal García, y el vicecoordinador Jorge Villalobos, afines al presidente del blanquiazul, Gustavo Madero, el diputado Anaya Cortés fue enviado a la Comisión Permanente durante el receso del Congreso. Como vicepresidente de esa instancia tuvo la oportunidad de mostrar sus capacidades para dirigir la discusión parlamentaria.
Pero el presidente de la Cámara no siempre perteneció a ese equipo. Y ésa es una de las habilidades que desde la cúpula de Acción Nacional inclinó la balanza a su favor: la de ubicarse en los equipos que traen la jugada política, sin incurrir en la deslealtad ni en las rupturas estridentes.
Los maderistas habían observado con pasmo y reconocimiento cómo en la antesala de 2006 comenzó apoyando al precandidato Santiago Creel y, una vez resuelta la elección, terminó en el círculo del candidato y presidente Felipe Calderón, de quien fue subsecretario de Turismo.
Y lo mismo sucedió esta vez. Porque Anaya Cortés hizo campaña a finales de 2010 a favor de Roberto Gil Zuarth para la dirigencia del PAN y terminó ganándose en el Congreso a los maderistas por su disciplina, capacidad de resolver asuntos y dar la cara por éstos.
El tono amable, pero firme, hilvanó su discurso, y el hecho de que hasta ahora no tenga un solo tropezón en la encomienda de presidir las sesiones y representar a la Cámara en los actos del presidente Enrique Peña, tiene satisfecha a la cúpula del PAN.
Hablan de lo bien representado que se encuentra el partido a través de una figura nueva. “El diputado con cara de niño de secundaria”, comentan en el CEN del PAN, no sólo es el protagonista del cambio generacional urgente en una organización cuya militancia tiene en promedio 52 años, sino también parte de la imagen que se han propuesto proyectar.
Con Querétaro en la mira
Así que su lucimiento cotidiano en San Lázaro se asume desde ahora como un alineamiento de las aspiraciones del diputado presidente y las expectativas de Acción Nacional: recuperar la gubernatura de Querétaro.
Licenciado en Derecho por la universidad de su estado, con maestría en la Universidad del Valle de México y doctorado en Ciencia Política por la UNAM, el ex líder del PAN en su estado inició su vida política en el sector juvenil banquiazul, con el actual diputado federal Alfredo Botello Montes.
En el año 2000, cuando el boom foxista, fue candidato del PAN a diputado local. Tenía 21 años. Perdió. Pero fue nombrado director del Instituto de la Juventud de la capital de la entidad durante la presidencia municipal de Francisco Garrido Patrón, de quien se convirtió en secretario particular cuando fue gobernador.
Serio, pero conciliador, fungió durante ese lapso como enlace entre los grupos políticos locales y el gobernador. Y en mancuerna con el secretario de gobierno Alfredo Botello, aprendió lo que era el aparato de control político de un estado.
Hacia el cierre de la gestión de Garrido Patrón, el político panista fue enviado a la coordinación del Programa de Acción Comunitaria con un presupuesto de 2 mil millones de pesos. Vino después la derrota del PAN. Él permanenció vigente como diputado local opositor y crítico. Pronto, sin embargo, fue llamado de Los Pinos para ocupar la subsecretaría de Planeación Turística.
Antes de que concluyera el sexenio de Calderón se fue de campaña y perteneció al equipo de Josefina Vázquez Mota. Tenía asegurada su curul como candidato plurinominal.
Aunque a diferencia de otros legisladores que aspiran a la gubernatura, Anaya Cortés no ha ganado una elección de manera directa, la suya es una biografía donde el perder nunca ha significado estar derrotado.